Somos fieles defensoras de la doble limpieza, nos encanta, y cuanto más aprendemos y estudiamos... más nos gusta. La limpieza facial, junto con la protección solar, son dos acciones fundamentales para cuidar y proteger la piel. Con la primera eliminamos los restos de suciedad, polución, sebo y maquillaje, y permitimos que la piel respire y se renueve. Con la segunda, la protegemos de lo que a ciencia cierta es uno de los mayores causantes del envejecimiento cutáneo. Hoy hablaremos del primero: cómo limpiar la piel en profundidad sin agredirla ni dañarla, manteniendo su manto hidrolipídico.
¿En qué consiste la doble limpieza? En la realización de dos pasos diferenciados: el primero, con una base oleosa como aceite y bálsamo; y el segundo, con una base acuosa, como agua micelar, espuma o gel.
Fase oleosa
En esta fase eliminamos los restos de maquillaje, protector solar y exceso de sebo. Por ello, va genial para las pieles mixtas o grasas que presentan más acumulación de sebo, que puede acabar oxidándose y formando puntos negros. En este primer paso el producto penetra mejor en el poro y se funde con el sebo eliminándolo con suavidad.
Para pieles secas aporta mucha hidratación, ya que la mayoría de productos de este tipo contienen activos hidratantes como aceites de origen natural, como el de argán, jojoba o almendras. Su textura oleosa facilita su aplicación mediante un suave masaje que puedes extender hacia cuello y escote, aportando una sensación de bienestar adicional.
Suelen ser excelentes desmaquillantes incluso para productos más resistentes o waterproof.
Los limpiadores en base oleosa se aplican con el rostro seco, masajeando por rostro, cuello y escote y sobre los ojos cerrados, incidiendo en las zonas más grasas o en las más maquilladas. Luego humedecemos ligeramente la yema de los dedos, que al entrar en contacto con el aceite, formará una ligera emulsión. Repetimos un ligero masaje y finalmente aclaramos con agua.
Es una limpieza extra suave que limpiará en profundidad, aportando además, según su formato y composición, mucha hidratación y confort.
Fase acuosa
Con la fase acuosa eliminamos los restos de suciedad soluble en agua como la contaminación, las células muertas acumuladas durante el día, y posibles restos de la fase oleosa. Podemos encontrarnos productos como aguas o geles micelares, espumas, geles o cremas limpiadoras. Debemos recordar que un buen limpiador no siempre necesitará hacer mucha espuma; para limpiar adecuadamente, dependerá de los tensioactivos que utilice.
En este segundo paso el producto utilizado puede ser más específico en función del tipo de piel y necesidades, dependiendo de si la piel es seca, normal, mixta o grasa. Así, las pieles secas o sensibles agradecerán más las espumas y aguas micelares, que son más suaves e hidratantes, mientras que las pieles mixtas o grasas podrán beneficiarse de geles más específicos para su tipo de piel, que seborregulen y actúen como tratamiento coadyuvante.
¿Cuándo se realiza la doble limpieza?
Lo ideal sería hacer la doble limpieza mañana y noche, sobre todo si tenemos la piel grasa, ya que durante la noche hay producción de sebo que se acumula. Si vamos con prisas o sin ganas, podríamos hacer una limpieza simple (fase acuosa) por la mañana, pero al menos en la noche debemos intentar incluirla en nuestra rutina habitual. Te aseguramos que notarás la diferencia.
Todas tenemos un momento de cansancio, en el que solo queremos llegar a casa y descansar... Una limpieza simple en estos casos es una opción, pero recuerda que debe ser lo excepcional, no lo habitual.
¿Qué productos debería usar?
Lo ideal es que sea un profesional quien te indique cuál puede ser la mejor opción para tu piel y tus necesidades, nosotras estaremos encantados de ayudarte. Aún así, aquí tienes unos ejemplos que pueden ir bien según tu tipo de piel:
Piel mixta/grasa
En las pieles mixtas o grasas, la fase acuosa puede ser un tratamiento complementario que contenga principios activos específicos como el ácido salicílico y sus derivados. Estos ayudan a terminar de limpiar el poro graso y evitar la proliferación de residuos y bacterias en la piel.
Piel sensible
La piel sensible necesita productos que sean calmantes e hidratantes, con activos como la camomila, el ácido hialurónico, el extracto de pepino... Activos con pocos alérgenos para asegurarnos una buena tolerancia dermatológica.
Piel seca
Al igual que la piel sensible, lo ideal es que los productos que utilicen las pieles secas en la limpieza, contengan activos que hidraten en profundidad como el pantenol, el ácido hialurónico, ceramidas... Aunque incluiremos hidratación obviamente con sérums o cremas después, es importante que los productos que utilicemos sean específicos para el tipo de piel, evitando así que la piel se irrite o reseque.
Recuerda que una buena limpieza es el primer paso para una piel sana y bonita, y además te ayudará a preparar la piel para los tratamientos posteriores de tu rutina, mejorando infinitamente su absorción y eficacia.
¿Y tú, realizas la doble limpieza? ¿Tienes dudas? Déjanos tus comentarios, ¡estaremos encantadas de ayudarte!